Spanish

Negando el Dios Grande y el Pequeño: ¿El Próximo Paso para los Ateos?

Guía sobre Naturalismo (bajo construcción)

Lo que sigue es un intento de resumir los elementos del naturalismo de una forma coherente y clara, partiendo con una pequeña declaración para culminar en un detallado FAQ. Si te estás preguntando “¿Qué es el naturalismo, en pocas palabras? ¿De qué se trata?”, posiblemente encuentres aquí una respuesta concreta y razonable. Los comentarios son muy bienvenidos, así que si algo no quedó lo suficientemente claro, te invitamos a que te contactes con nosotros.

Declaración Sobre Naturalismo

El Naturalismo es comprender que existe un solo mundo natural como lo muestra la ciencia, y que estamos completamente incluidos en él. El naturalismo sostiene que todo lo que somos y hacemos está conectado al resto del mundo y es el resultado de las condiciones que nos precedieron y de las que nos rodean. Cada uno de nosotros es un proceso natural en desarrollo, y cada aspecto de este proceso es causado, siendo a su vez una causa. Por lo tanto, somos criaturas completamente causadas, y el comprender este ser causados nos da poder y control, al mismo tiempo que nos inspira compasión y humildad. Al comprender que la conciencia, la elección, e incluso nuestras más altas capacidades son materiales, el naturalismo devuelve el encanto al mundo físico, permitiéndonos sentirnos como en casa en el universo. El naturalismo nos muestra nuestra total conexión al mundo y a los demás, promueve una ética de compasión, y nos brinda mucho más control sobre nuestras circunstancias.

A continuación, tres palabras que capturan la esencia del naturalismo tal como se aplica a nuestras vidas:

Conexión - Compasión - Control

Conexión: Todo lo que somos y todo lo que hacemos está completamente conectado con el resto del mundo. Nuestros cuerpos y mentes fueron moldeados íntegramente por las condiciones que nos precedieron y las que nos rodean. Cada uno de nosotros es un proceso natural en desarrollo, y cada aspecto de este proceso es causado, y a su vez es causa. Estamos por lo tanto en nuestro hogar en el universo físico. 

Compasión: Al comprender que somos criaturas completamente causadas -no auto-causadas- ya no podemos recibir crédito absoluto o tener culpa absoluta por lo que hacemos. Esto motiva una ética de compasión y comprensión, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás. Observamos que somos el resultado de las circunstancias. De haber contado con su carga genética y ambiental, hubieramos sido el indigente que tenemos en frente, el convicto o el adicto.

Control: El comprender el hecho de que nuestra conducta es causada nos brinda una gran capacidad de predicción y control. En lugar de suponer que la gente puede simplemente desear ser de otra manera por pura voluntad, concentramos nuestras energías para crear las condiciones que promuevan cambios constructivos ambos en lo personal y social. La ética de compasión se equipara con una eficacia práctica basada en el conocimiento científico....

- Thanks to Rodrigo E. Giménez from Argentina

 


Negando el Dios Grande y el Pequeño:
¿El Próximo Paso para los Ateos?

- Carta abierta a la comunidad atea -

Al negar la existencia de Dios, el ateísmo acierta la mitad de la cuestión de lo sobrenatural. La otra mitad es sobre nosotros, no dios, y completar la cuestión significa adoptar un naturalismo consistente y profundo, una visión del mundo basada en un compromiso a las explicaciones racionales y a las evidencias. El naturalismo sostiene que sólo existe un mundo natural, el que nos muestra la ciencia, no un mundo dividido en lo natural vs. Lo sobrenatural. La mayoría de los ateos se consideran naturalistas en este sentido, y en efecto, el ateísmo es una expresión o rama del naturalismo.

En los círculos ateos es común dudar la existencia de Dios con bases empíricas: no hay buenas evidencias de que tal ser exista, por lo tanto no desperdiciamos el tiempo creyendo en él. Pero existe otra entidad sobrenatural igualmente sospechosa que frecuentemente merodea las ideas acerca de la naturaleza humana: el libremente voluntario yo (“free willing self” en el original, entendiéndose por tal un yo poseedor de libre albedrío sobrenatural).

Se cree que tenemos el poder de pensar, elegir y actuar en cierto aspecto independiente de aquellos factores causales que nos crearon como personas, y que nos rodean en cada momento de nuestras vidas. Como ninguna otra cosa en la naturaleza, los seres humanos tienen una libertad contra-causal (libre de causas) especial para producir hechos sin ellos mismos ser a su vez completamente causados.

¿Les suena familiar? Debería, ya que tal libertad causalmente privilegiada es una característica de Dios – el causador incausado, el primer motor, quien actúa sin ser él mismo el efecto de algo/alguien más. La idea del libre albedrío, tan popular en nuestra cultura, nos posiciona como pequeños dioses sobrenaturales, y es esta asunción la que un profundo naturalismo cuestiona. Deberíamos dudar del pequeño dios del libre albedrío con las mismas bases que dudamos del gran dios de las religiones tradicionales: no hay evidencias del mismo.

Tal como la ciencia ha alterado radicalmente nuestra forma de ver la realidad cósmica, reemplazando los cielos estáticos geocéntricos con el Big Bang, y el origen sobrenatural del hombre con la evolución Darwiniana; de la misma manera reemplaza el alma con la persona completamente física, moldeada en su totalidad por la compleja interacción entre lo genético y el entorno. Evidencias provenientes de la biología, la psicología evolutiva y las neurociencias cognoscitivas sugieren que no somos excepciones causales de la naturaleza. No hay un agente categóricamente mental o alma-esencia flotando sobre nuestro cerebro capaz de ejercer un poder de decisión independiente de los procesos neurales. No hay nada sobrenatural o causalmente privilegiado dentro de la cabeza, tal como no hay nada sobrenatural fuera de ella.

Por supuesto que el negar nuestra libertad contra-causal puede ser estresante  psicológicamente de la misma manera que lo es para los creyentes el negar a dios. La mayoría, incluidos algunos ateos, suponen que la dignidad humana y su eficacia dependen de tener libre albedrío contra-causal, y que sin él colapsarían las bases mismas de la moralidad y de la ley. ¿Cómo podemos dar o asignar crédito o culpa? ¿Cómo justificamos los elogios o los castigos? ¿No seremos sin el libre albedrío tan sólo marionetas, simples mecanismos transitando nuestros destinos determinados por fuerzas impersonales?

Por apremiantes que sean estas preguntas, no tienen relación alguna con la verdad del asunto, la cual, si somos naturalistas, se decide en base a la evidencia y no en lo que supongamos debería ser el caso. Y en efecto, mirando al mundo y a nosotros mismos fría y científicamente, realmente no hay evidencia alguna para suponer que tenemos almas sobrenaturales, o cualquier yo categóricamente mental e inmaterial que nos haga pequeños dioses libremente voluntarios aquí en la tierra.

Pero no hay ningún problema con esto. Resulta que, al considerarlo cuidadosamente, cualquier miedo que podamos tener ante el hecho de carecer de libre albedrío es infundado. Una libertad sobrenatural contra-causal es innecesaria para lo que consideramos realmente importante: la persona, moralidad, dignidad, creatividad, individualidad o incluso un fuerte sentido de agencia humana. Podremos ser totalmente causados en nuestras elecciones y nuestro comportamiento, pero eso no nos vuelve inefectivos para obtener lo que queremos, ni modifica nuestra brújula moral: aún podemos diferenciar el bien del mal y estamos enteramente motivados para crear un mundo en el que florecemos y no perecemos. Como el filósofo de la Duke University defiende en su desestabilizante libro “El Problema del Alma (The Problem of the Soul)”: “sin libre albedrío todavía tenemos auto-control, auto-expresión, individualidad, racionalidad, responsabilidad moral y libertad política” (ver capítulo 4, “Libre Albedrío -Free Will”).

Yendo más allá y quizás nos sorprenda, comprender que no somos pequeños dioses tiene considerables beneficios, personales y sociales. Primero, al aceptar y comprender nuestra conexión completamente causal al mundo, un naturalismo consistente nos lleva a un entendimiento compasivo de las fallas y virtudes humanas. Viendo que no somos los creadores últimos de nosotros mismos o de nuestra conducta, no podemos tomar el máximo crédito o culpa por lo que hacemos. Esto reduce el orgullo, la vergüenza, la culpa y todo sentimiento de superioridad moral injustificados. Y al ver a los demás como seres completamente causados – por ejemplo los adictos, los criminales y los indigentes – tendemos a volvernos más compasivos y a comprenderlos mejor, siendo así menos punitivos y acusadores.

Segundo, al ver cómo es que somos causados, por nuestra carga genética, nuestra crianza y los entornos sociales, un entendimiento naturalista de nosotros mismos incrementa dramáticamente nuestro poder de predicción y control, ambos en nuestra vida personal y en la sociedad. Al negar el libre albedrío sobrenatural, el naturalismo centra nuestra atención en lo que realmente determina la conducta humana. Esto aumenta nuestro poder de auto-control y promueve políticas científicas, efectivas y progresivas en áreas tales como la justicia criminal, la inequidad social, salud conductista y el medio ambiente.

Por último, al mostrar que estamos totalmente incluidos en la naturaleza, el naturalismo brinda la base para preguntas sobre significados y sentidos últimos. Al no ser pequeños dioses, nos sentimos completamente en casa, en nuestro hogar aquí en la Tierra, partes de un increíble universo, participantes íntegros en el desarrollo del orden natural. Como ha sido mencionado por la Discover Magazine, Richard Dawkins adoptó este tipo de espiritualidad naturalista, llamándola “religión Einsteniana”, y el archi-escéptico Michael Shermer condujo un seminario en Esalen sobre Ciencia, Espiritualidad y la Búsqueda por un Sentido.

Todo esto sugiere que, si aún no lo han hecho, los ateos podrían expandir su negación de lo sobrenatural para incluir al pequeño dios del libre albedrío. Al hacer esto se volverían totalmente consistentes en su naturalismo, accediendo al mismo tiempo a todos sus beneficios. Pero luego de una larga experiencia promoviendo el naturalismo, conozco muy bien las dificultades inherentes que se presentan al desafiar el libre albedrío. Aún entre los más duros ateos, algunos de ellos se cerrarán ante la idea de que no tenemos una libertad contra-causal. No obstante, éste es el próximo paso en nuestra liberación del sobrenaturalismo.

Más allá de negar lo sobrenatural, el naturalismo es prometedor como una forma positiva y amplia de ver el mundo que compite con las posiciones dualistas sobre nosotros mismos, sean religiones tradicionales o filosofías de la nueva era. Pero requiere de una cuidadosa articulación para evitar así que surjan miedos y malos entendidos, y para poder mostrar todas sus ventajas psicológicas y prácticas. La misión del Centro para el Naturalismo (Center for Naturalism, CFN), organización sin fines de lucro, sita en Somerville, Massachusetts, es difundir el naturalismo y sus implicaciones positivas, además del desarrollo de políticas y aplicaciones que incluyan completamente al naturalismo. Los invitamos cordialmente a nuestra página web, Naturalism.Org, y a revisar los objetivos y programas del CFN. Los ateos, al ser esencialmente naturalistas, compartirán los fundamentos básicos, aun si no coinciden en todo lo demás con el CFN. No hay ningún problema con esto. Estamos a la espera de su participación y de sus críticas constructivas.

Tom Clark, Director Center for Naturalism, 1/6/06